miércoles, 19 de diciembre de 2018

UNA AVENTURA NOCTURNA - cuento de julio Ramón Ribeyro (resumen)


Arístides era a sus cuarenta años un hombre solo que vivía en un pequeño departamento en Miraflores. Era un hombre que porque creerse fracasado se abandonaba en su aspecto y en su cuidado. Frecuentaba los cines de barrio y caminaba sin rumbo. Así una noche llego al malecón y camino por sitios solitarios, hasta que, cerca de la medianoche encontró un café con una gran terraza llena de macetas. Tras el mostrador estaba una mujer gorda que lo miro con complacencia, ingreso y se sentó. La mujer se acercó a atenderlo ya no había personal.
Luego de varias copas, cigarrillos y de bailar música suave, la mujer le comunico que ya era hora de cerrar. Arístides con sorpresa para él mismo anuncio que se quedaba, la mujer acepta mientras guardaba las cosas con lentitud, la mujer le comunica que hay que guardar las mesas para que no se las roben. Arístides empezó el trabajo de guardar ceniceros, sillas y mesas con gran dolor en los brazos y piernas. Al terminar, al disponerse a entrar en busca de un trago que lo reanimara escucho a la patrona decir que faltaba el gigantesco macetero. Cuando con gran esfuerzo llega a la puerta la encuentra cerrada y a la mujer negándose a abrir. Esperando que la mujer desista de su negación y al no conseguirlo, Arístides estrello el macetero contra el suelo, mientras sentía una enorme vergüenza y sus ilusiones rotas. 

                                   


SOLO PARA FUMADORES - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)

Es el relato del autor donde cuenta toda su trayectoria como fumador empedernido. Desde el primer cigarro a los catorce o quince años marca Derby, luego los Chesterfield, luego los incas y los cigarros del cuartel de tropa, según sus posibilidades económicas.
Narra también que en su familia sus tíos fueron grandes fumadores al extremo, de uno de ellos, desafiar aguacero, lodo, y el frio para conseguir cigarros.
El estudio universitario lo hizo entre volutas de los cigarrillos y luego, en Europa, tanto en España como en Francia y en Alemania llego a vender todas sus cosas para comprar tabaco y en la ocasión más crítica vendió sus tesoros, sus libros, llegando a rematar al peso diez ejemplares de “Los gallinazos sin plumas” Es decir sus libros se hicieron humo. Luego consiguió un trabajo, pero no por mucho tiempo. Un día conoció a Panchito por intermedio de su amigo Carlos. Panchito tenía mucho dinero y financio no solo los cigarros sino también estudios artísticos para el autor y sus amigos. En un momento Panchito desapareció sin avisar, Carlos les comunico que pronto se enterarían por los diarios. Años después cuando el autor trabajaba en una agencia de prensa, se enteró que el tal Panchito había sido capturado en un gran Hotel de Costa Azul intentando ingresar a una suite.
En Alemania su casero le regalo una maquinita para liar cigarros, papel de arroz, y un kilo de tabaco picado lo que le permitió sobrevivir un invierno atroz en que se quedó sin dinero. Muchas veces quiso luchar contra su dependencia del tabaco, pero no tuvo éxito.
Vuelto al Perú y estando en Huamanga como profesor universitario, una noche se sintió muy mal confiando recuperarse se recostó, pero se puso peor y tomo conciencia de los quince años que tenía como fumador desenfrenado. Arrojo el paquete de cigarros camel por la ventana, pero a medianoche se levantó con mucha ansiedad no dudando en saltar al vacío de unos ocho a diez metros para recuperar el tabaco, se dobló un tobillo, pero recupero los cigarros.
El anuncio que significo esto no fue valorado, volvió a París y trabajo en la agencia France-Presse. Se aficiono al Marlboro y se le manifestó una ulcera estomacal lo que llevo a los médicos a recomendarle que deje los cigarros, lo que, por supuesto no cumplió, tratando de inventar teorías para justificar su incapacidad de dejar el cigarrillo. El Doctor Dupont lo amenazo con la cirugía, pero su esposa se dedicó a cuidarlo sin saber que el siempre escondía los cigarrillos. Finalmente, se le presenta una nueva molestia, la comida se quedaba atracada en la garganta, el doctor Dupont se alarmo y fue internado en el hospital. Siete horas más tarde le habían extraído parte del duodeno, casi todo el estómago y parte del esófago. Estuvo muy delicado en la “Clínica dietética y de Recuperación Post-operatoria”. Temiendo estar al borde de la muerte y al alimentarse por sonda se desesperó y el doctor le impuso que subiera de peso para poder darle de alta. Entonces recurrió a colocar monedas, cucharitas y otros objetos para simular peso, al fin consiguió que le dieran de alta.
Al salir volvió a comer y a fumar. Han pasado quince años y reconoce el vínculo que existe entre escritores y fumadores.

                                     

SOBRE LAS OLAS - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


La abuela tuvo fiebre malta y fue trasladada a San Miguel con su Fermín y su nieto el autor. Por las mañanas ellos iban al malecón.
Una mañana la abuela se puso muy mal. Todos estaban muy nerviosos y Fermín salió con su sobrino a dar una vuelta por el malecón. Era un día excepcional y un bañista ingreso al mar, salvo las primeras olas y luego se alejó de la playa, a unos quinientos metros de la playa nado paralelo al malecón cuando se levantó una fuerte brisa, el mar se picó y las olas crecieron. El bañista prefirió esperar que pasara la braveza, pero una ola reventó detrás de él.
Quiso retornar mar afuera, la gente observaba hasta que grito que se estaba cansando, todos le decían que el mar se calmaría, pero él no lo hacía, él pedía ayuda. Trataron de traer un flotador, pero no había como hacérselo llegar a un kilómetro adentro. Otros llamaron a una lancha, la hermana de Fermín llego y lo aparto. Fermín quiso llevarse a su sobrino, pero luego le pidió que esperase.
La gente daba ánimos al nadador que cada vez luchaba menos y le decían que la lancha ya llegaba pronto, apareció y de pronto no se vio más que un punto. Todos le gritaban que resistiera y la lancha se acercaba, al fin todo quedó quieto.
Fermín llego y lo llevo a casa mientras él solo pensaba en el punto negro. En la casa el medico salía con su maletín. Las tías hablaban animadamente en voz baja. El tío lo llevó al dormitorio de la abuela quien se encontraba recostada, sonrosada y sonriente con los brazos extendidos como si emergiera de la cresta de una ola.
 
                                 
                                       

SILVIO EN EL ROSEDAL - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)

El Rosedal era una hacienda ubicada en los alrededores de la ciudad de Tarma, el propietario entonces don Carlos Patermoster decidió venderla y así poder retirarse de Tarma y poder ir a vivir a la ciudad de Lima, fue así que pudo contactarse con Don Salvatore Lombardi quien tenía como sueños regresar a su país natal (Italia), para poder demostrar que pudo alcanzar sus sueños y vengarse de su primo Luigi Callini, quien de niños le rompió la nariz y le quito a la novia que tuvo. Pero no pudo regresar a Italia, pues se había dado inicio a la Segunda Guerra Mundial y tuvo que desistir de su idea de regresar, aparte de ellos Don Salvatore contrajo una enfermedad pulmonar por lo cual el médico le aconsejo que buscara un lugar apacible donde descansar y pasar el resto de su vida. Pero Don Salvatore después de tres meses de vivir en Tarma murió atragantado por una pepa de durazno. Es así como su hijo Silvio quedo como heredero de la inmensa hacienda llamada el Rosedal.
En primera instancia Silvio no supo que hacer tan grande herencia recibida, tenía la idea de venderla o de conservarla y dejarla en manos de un administrador y vivir de las ganancias que esta generara, pues la mayor parte de su vida el paso encerrado en una ferretería, puesto a despachar por su padre desde antes de terminar el colegio. Él no sabía nada de ganadería, así que no sabía cómo tomar lo que se le había venido, pero al llegar Silvio a la Hacienda se llegó a enamorar de ella, y decidió terminar de refaccionar algunas cuantas cosas que faltaban en ella, pues tenía la hermosura que solo él podía apreciar, viendo los rosales que tenía, y sus grandes sombríos que en él había, los lugareños de entonces lo acogieron con mucha reticencia, pero al pasar el tiempo se dieron cuenta que era un hombre noble, humilde y sencillo y sobre todo soltero, cosa que fue más apreciada en el por los tarmeños y la sociedad de entonces.
Pasaron los años y Silvio está plenamente instalado en la hacienda y la vida campestre. Y decidió ya no salir más, ni frecuentar la ciudad de Tarma, por un buen tiempo estuvo aislado de los demás, encerrado en su habitación, un día decidió escalar los cerros de la hacienda cosa que no había hecho hasta entonces, a una media hora de haber comenzado su escalinata, sintió los pies hinchados y se sintió sumamente extenuado, pero puedo apreciar desde esa altura la hermosura de sus hacienda y las figuras triangular que poseía la misma, el ver los hermosos paisajes que tenía su propiedad lo motivo para tomar la decisión de salir de su encierro y volver a sociabilizar con los lugareños, a veces viajaba a la ciudad de lima donde son conocer a nadie deambulaba por el lugar, a veces se ponía a fornicar con mujeres del lugar, comprando cosas sin sentido y regresaba a Tarma con el alma vacía.
 Una mañana cuando paseaba por el rosal se encontró con Felicito Pumari, quien le dijo que para que para mantener el rosal tan lindo como siempre se veía solo tenía que seguir una tradición que su padre le enseño y a su padre, el padre de su padre y así sucesivamente, en ello Silvio encontró el estímulo para poder continuar indagando sobre el significado de la palabra SER, lo cual cada día lo hizo con más empeño, pasado el tiempo tomo la decisión de tomar clases de violín y pudo contactarse con Rómulo Cárdenas, quien entusiasmado acepto dar clases a Silvio, quien poco a poco pudo tocar con él en la iglesia y en el mismo Rosedal, ofreciéndose solitarios conciertos de violín, pero con el pasar del tiempo se desligo de su maestro de violín y dejo de practicar este arte. Recibió a su tía y prima en su casa quienes llegaron a Tarma luego de tres meses de viaje. Al llegar a Tarma, con el pasar del tiempo el dio pistas de su más grande secreto a Rosa para poder encontrar el significado de la palabra SER. Su obstinación por saber el significado nunca lo dejo tranquilo y así continuo con su pertinente obsesión por saber que significada lo que había descubierto en un inicio.

                                      

POR LAS AZOTEAS - cuento de julio Ramón Ribeyro (resumen)

Es la historia de un niño de diez años, que vivía en las azoteas, ahí había acumulado todo lo que no servía, como un buen reciclador, hacía sus colecciones. Tenía libertad para hacer cualquier cosa. Él era el rey, de nada estaba prohibido, podía pintar bigotes en la cara de su abuelo, calzar las viejas botas de sus padres. Con su gran valentía iba saltando corredores, y siempre volvía victorioso trayendo consigo alguna cosa, y así Su reino se iba expandiendo por las demás azoteas de sus vecinos. La presencia momentánea de la empleada que tendía ropa, no lo intimidaban. Se sentía seguro. Pero había lugares que no había explorado, y despertó su codicia, siempre había llegado hasta los límites, y una gran palizada lo impedía seguir, pero un día decidido a explorar ese territorio, se fue arrastrando de techo en techo, hasta que llego a la palizada, ahí construyo una torre y se subió a lo alto. Y se vio descubierto por un hombre que estaba en la azotea sentado en una perezosa, y con una barba de náufrago, el anciano al verlo lo hizo un gesto.
El niño regreso a su reino, y dado que en su mente le vino la idea, que aquel hombre que vendría a conquistar su reino, tal vez es un usurpador, decidió velar por varios días y estar de guardia. Una mañana el niño se armó de valor, y fue nuevamente a la azotea de aquel hombre, y por un agujero de entre las tablas, empezó hacer el espionaje, para saber con quién se había de enfrentar, y el hombre lo vio, y lo llamo con un gesto de mano. Le pregunto quién era, el hombre respondió soy el rey de las azoteas. Fue un duro golpe, el niño le reclamo, yo soy el rey de las azoteas. Tú serás el rey durante el día y yo durante la noche le dijo el hombre. No, dijo el niño, entonces tú serás rey de la noche también le dijo el hombre. Él niño se volvió triunfante a su reino. Al día siguiente regresó, y tuvo codicia de los objetos viejos que había, el hombre le dijo, a tus bienes por las cosas, si quieres puedes llevártelo. No reprocho el niño. Yo tengo bastante, tengo más que todo el mundo. Hacía calor, Él hombre le dijo que harían una sombrilla de piel humana, que cada uno darían una oreja, y al que no les dé, lo quitamos con una tenaza. Imaginaba quitarlo la oreja a mi profesora con un alicate. Sus visitas al hombre fueron más seguidas, el niño le inventaba cosas, y juntos imaginaban muchas cosas. Un día celebraron su cumpleaños, sus 33 años, con una bolsa de frutas y una botella de limonada que el hombre tenía. Pronto acabarían sus vacaciones, el niño estaba preocupado por tantas cosas acumuladas, y todo sería en vano. El hombre le regalo un librito para que lo recordara; pero una tarde su madre lo encontró y lo recriminó y se lo quito; y no pudo volver a las azoteas. Su madre siempre lo vigilaba. Las clases lo distrajeron un poco. Pero un día decidido a verlo a su amigo, subió a la azotea, y fue hasta donde estaba su amigo, pero no le vio, se acercó a unos cristales, y vio a unos hombres de negro caminando en la sala. Entonces comprendió que su amigo había muerto.

                                                     

LOS MERENGUES - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


Perico era un niño ansioso por comer los merengues blancos y vaporosos de la pastelería de la esquina. Para eso espía a su madre y le roba veinte soles para gastárselo todo en merengues.
Pero al llegar a la pastelería se encuentra con el dependiente que siempre lo expulsaba con un coscorrón por no tener dinero.
Ese día había muchos clientes y estaba confiado con el poder del dinero, pero nuevamente tratan de expulsarlo. Perico no obedeció y pidió veinte soles de merengues. Los clientes miraban intrigados, el empleado pidió ver el dinero y el niño le mostro, aun así, le acusaron de bromear y él se sintió abochornado. Empezó casi a rogar y finalmente le piden que lleve una nota de su mamá, pues no creen que ella haya encargado tantos merengues. Luego le dan un coscorrón y lo sacan de la pastelería. Perico sale furioso y llega a los barrancos donde arroja las monedas una a una pensando que nada valían en sus manos pensando que un día cercano, crecerá y cortara la cabeza de todos los hombres que no le creyeron.
                                           

LAS BOTELLAS Y LOS HOMBRES - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


Mientras Luciano y su amigo jugaban tenis en un club, recibe una visita, su padre, después de ocho que los abandono a su madre y a él, al verlo, se queda pálido, y temblando, se toma una cerveza, y sale a recibirlo. Ahí estaba un hombre calvo, le estiro la mano para pedirle unos chauchas. Y Luciano le dice eso no es la manera de saludar; mas este le responde disculpa ñato, pero estoy sin trabajo. Luciano le invita a pasar al club, y en una cantina pidió cerveza y su padre pisco, ambos permanecieron callados, su amigo, con quien antes había estado jugando tenis, se le acercó y Luciano lo presento como su padre, el amigo sorprendido, hacía tiempo que no lo veía dijo Luciano.; he estado en el sur, chile, argentina; yo me dedico a los negocios de vino, de ferretería añadió el viejo.
El Joven lo miraba atónito, su padre quiso invitar una copita, Pero Luciano dijo que tenían que terminar una partida de tenis, se despidió dándole todo el dinero que tenía en su bolsillo. Su padre le dijo que le espera a las seis en el “jardín de santa rosa”, lugar de recreo. Luciano llego más de la seis y se puso su mejor zapato, su mejor terno, para impresionar a su padre, Aunque él sabía por qué lo consideraban en el club; sabía secretos de los socios. Él fue con la idea de encararlo, al llegar, su padre le dio un abrazo y él lo correspondió, después de años era necesario un abrazo, y olvidó de sus ropas de sus rencores, su padre invito unas copas o los empleados y Luciano se hizo cargo de la cuenta; su fama de guarapero lo hizo rápidamente famoso, Luciano tuvo que caminar cogiéndolo del brazo, el viejo hizo una apuesta de una docena de cerveza con los empleados, en el juego el sapo, ganándolos con facilidad. Luciano asombrado y luego el viejo se jugó una partida de bochas, ganando con elegancia a sus adversarios. Se retiraron del jardín santa rosa, salieron abrazados y cantando con dirección al “once Amigos Bolognesi” a la victoria, y ahí Luciano orgullosamente, grito, señores les presento a mi padre, nos encontramos en la calle, hacía ocho años que no lo veía, ahora todo el mundo toma con nosotros, y el viejo rápidamente se hizo de amigos, y con las historias que inventaba todos lo escuchaban. Tanto fue la emoción de Luciano, que le dio un beso en la boca a su padre. Todo parecía marchar bien, hasta que el viejo hablo de su mujer, ella se acostaba con todos, en eso todos rieron, y al instante que Luciano le reventaba los labios de un cabezazo. A los dos les votaron a la calle, se dirigieron a una calle, aquí está bien, dijo el viejo, se remangaron la camisa, cuadrándose tomaron distancia para dar inicio a la pelea, Luciano vio que su padre tenía la guardia abierta, y cuando le fue a dar un puñetazo vio el rostro de su padre, que estaba asustado, y se quedaron mirando, pero el viejo le propino un puñetazo en el esternón y otro puntapié en el estómago, y cayo el viejo de espaldas en la pista; Luciano salió corriendo, pero deteniéndose, volvió y arrastro  a su padre que dormía en la pista, lo arrastro hasta la vereda. Volvió para mirar por última vez, esa ilusión de padre, y se fue.
                                         


LA SEÑORITA FABIOLA - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


La señorita Fabiola fue la primera maestra que el autor tuvo en el colegio y le enseño a leer y escribir. Tenía buena amistad con la familia de este. Era una mujercita triste, abnegada, pequeña y muy fea.
Vivía con sus padres y cinco hermanos en una casa de una sola planta que a duras penas podían pagar. Al retirarse algunos hermanos, la señorita Fabiola, su madre, y su hermana mayor se trasladaron de Miraflores a lima. Pero la amistad con la familia de su alumno continuo. A pesar de algún incidente negativo nada altero la amistad, incluso cuando su hermano Héctor desarmo el radio en el que el papá escuchaba los partidos de futbol y nunca regreso, el radio termino volando por la ventana.
Tampoco esto alejo a Fabiola. El padre le consiguió un puesto en su oficina, pero ella no sabía mucho de labores de oficina. Hasta que llego a la caja y todo iba muy bien con las cuentas, hasta que a fin de año sobro dinero y descubrieron que al pensar que faltaba dinero Fabiola ponía de su sueldo. Estuvo a punto de ser despedida pero la madre intercedió y pudo seguir en su puesto.
Murió el padre del alumno y la madre de la profesora, ella siguió trabajando, hasta que un día la familia recibió un parte matrimonial. Fabiola se casaba con un jovenzuelo quince o veinte años menor que ella. Muchos años más tarde, con cuatro hijos y separada del esposo buscaba ayuda legal. El autor ya escritor trato de ayudarla. Antes de irse ella saco uno de sus libros y le pidió una dedicatoria. El antiguo alumno escribió: “A Fabiola, mi maestra, quien me enseñó a escribir”. El autor tuvo la impresión de nunca había dicho algo tan cierto.


                                       

LA BOTELLA DE CHICHA - cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen


El autor narra un episodio de su adolescencia. Buscando algo que se pudiera en convertir en dinero, encontró en el desván de su casa una botella de chicha de hacía más de quince años que se guardaba como un tesoro familiar para celebrar algún acontecimiento como la boda de la hija o el bachillerato del hijo.
Entonces coloco la chicha en una vasija y lleno la botella con vinagre, dejándola en su lugar. El joven trato de vender la botella (luego de haberla probado y de encontrarla de un sabor muy agradable) pero no logro hacerlo. Al regresar a casa encontró que su hermano mayor había regresado a casa y se habían reunido parientes y amigos alrededor de la botella de chicha cuyo contenido ahora era vinagre.
Todos brindaron haciendo grandes alabanzas a la chicha añeja. Entonces el joven se animó a ofrecer su chicha con disgusto de su padre que lo consideraba incapaz de tener buen criterio. Todos hacen grandes muestras de disgusto ante el aroma de la chicha, finalmente el padre le dio un coscorrón y arrojo a la calle el recipiente que se rompió derramando su contenido, un auto paso y la desparramo sobre la pista, finalmente un perro se acercó después de oler el líquido se meo sobre ella.

                                     

EXPLICACIONES A UN CABO DE SERVICIO cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)

Pablo Saldaña salió como otros los días a buscar trabajo. Pero él pensaba que a los 45 años y con tanta experiencia y dominio del inglés, no sería cualquier trabajo. Así se encontró con Simón barriga al que no veía hacía 20 años. Ambos tenían proyectos ambiciosos, Pablo de importar camionetas para repartir leche y Simón de importar material para puentes y caminos, consideraron complementarias las actividades y providencial el encuentro, así como que necesitarían un millón de soles para ponerlo en práctica. (Toda la conversación se desarrolló primero en una bodega, luego en una picantería, después Simón le llevo al “patio” a tomar un café). Hasta ahí todos los gastos los pagó Pablo y entre ambos hicieron una lista de aportantes para reunir el millón de soles. Pablo llamó a su esposa, para contarle lo de la sociedad con Simón y que irían a la casa de este. Luego del café tomaron pisco. Eligieron el nombre de la sociedad: “Fructífera S.A”, luego bebieron menta mientras imaginaban en que se gastarían las ganancias. Entonces Pablo sale, ha visto una imprenta en la esquina y con todo el dinero que le quedaba mando a imprimir 100 tarjetas. Regreso y mientras le traían las tarjetas continuaron bebiendo. Después de un rato les trajeron las tarjetas impresas y Simón no cabía en sí de la alegría, sale a avisar a su esposa que van a llegar a comer, y nunca regresó. El mozo presento la cuenta eran 47 soles, Pablo no contaba con dinero, el mozo llama a la policía y se lo llevan detenido. Todo el camino Pablo le explica al policía que él es un hombre importante y los negocios que tenía planificado realizar. Finalmente viendo su realidad reconoce que está en la comisaria y que de nada le servía explicaciones, es detenido.

                                        

EL ROPERO, LOS VIEJOS Y LA MUERTE cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


En casa había un ropero muy grande, que mi padre heredo de sus abuelos, y que nos ha acompañado en cada mudanza, mi padre lo usaba para guardar su abrigo, nosotros lo veíamos como una casa. Cuando papá no estaba, entrábamos y jugábamos. El ropero tenía tres divisiones, el de la izquierda tenía una puerta pesada, El cuerpo central, tenía cuatro amplios cajones en la parte inferior, y encima de los cajones había libros; parte superior, una puerta con llaves, nunca supimos que había ahí, tal vez cosas antiguas o fotos. El cuerpo de la derecha, había camisas, ropas blancas, estaba cubierto con un espejo.
El de la izquierda se comunicaba con la derecha por un pasaje alto, este era nuestro juego preferido, escondernos en el pasaje alto. Mi padre tenía su cama frente al cuerpo de la derecha, y siempre al acostarse se veía en el espejo, y recordaba a sus antepasados, que un día se miraron en ese espejo. Llego el verano y la huerta había dado sus mejores frutos, los amigos de mi padre venían a visitarlo y uno de ellos fue. Alberto Rikets, que después de mucho tiempo se volvían a ver, él tenía una farmacia y mi padre en ese tiempo, solo pudo comprar una casa. El amigo de mi padre tenía un hijo, Albertito, era un poco tonto para entender y nosotros tuvimos que jugar con él. Mi padre por esos días lejos de estar leyendo como lo hacía, hablaba con su amigo en el jardín.
Albertito encontró nuestra pelota debajo de la cama, eso nos hizo recordar grandes partidos en la calle, contra los hermanos Gómez. Nos fuimos a jugar en la calle; Hicimos nuestro arco junto al muro de nuestra casa; y colocamos a Albertito de Guardavalla. Tapó varios tiros, y luego lo bombardeamos; luego pateó él, y yo fui al arco, su primer tiro me dejo la mano adolorida, para ser enclenque, tenía una patada de mula. Cuando Albertito dio el tercer tiro, la pelota paso por encima de los muros, salió mi padre y regalo la pelota a un obrero. Sin entender pasamos a la casa.
Mi padre nos llamó a su cuarto, después de que su amigo se había ido; y vimos el espejo chancado; a causa de la pelota. Solo quedó el marco del espejo. El espejo donde se miraban mis abuelos dijo mi padre. Pero a partir de ahí nunca más habló de sus antepasados, miró el futuro. Cuando mi padre murió, cada uno tomó un cajón de cuerpo central del ropero; cada uno lo cuido con gran recelo; como lo cuidó papá.


El Jefe cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


El directorio de la casa Ferrolux S.A. daba una fiesta a sus empleados por que se inauguraba su nuevo Club Social.
Alquilaron un local, los empleados iban llegando muy arreglados. Eusebio Zapatero, ayudante de contador, degustaba sin perder ocasión el ron con hielo y limón. A eso de las 10 de la noche se dio por terminada la fiesta pues era un evento de confraternidad.
Eusebio merodeaba alrededor de su jefe, Felipe Bueno, y se sorprendió al ingresar en el grupo donde este estaba, al ascensor. El entusiasmo llego cuando su jefe les invito a tomar un tragó en el hotel Ambassadeur. El apoderado pido un wisky para todos. La tirantez se iba cada vez más y Eusebio pensó que podría aprovechar para pedir un aumento. Finalmente, quedaron él, el apoderado, y tres colegas más. Trató de emborracharlos, y ellos luego se retiraron dejándolos solos, caminaron y entraron a un local a tomar coñac. Entre las copas Felipe y Eusebio se tutearon, Eusebio dice que para los amigos es “Bito” y el jefe dice que su esposa le dice “Pim”.
A las cinco de la mañana, muy borrachos y cantando un vals, “Bito” embarco a “Pim” en un taxi. Tres horas más tarde, Eusebio con 10 minutos de retraso llego a la oficina y pidió ver a Felipe ante el asombro de la secretaria. Entro sin anunciarse, sigilosamente se acercó al jefe y le dijo: “Pim”, el apoderado frío e inapelable le contesto: “Buenos días…señor Eusebio Zapatero”. Y continúo leyendo su correspondencia.  

                                  

El Banquete cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


Don Fernando Pasamano, invierte casi toda su fortuna en organizar un banquete al que asistiría el Presidente de la República al cual le unía un parentesco que, aunque vago existía.
Esto conllevo a una reforma total de la casa, la compra de muebles, y una serie de artículos para la construcción de un jardín, la importación de vinos y la preparación de un menú adecuado.
Llego el día del banquete, donde asistieron, autoridades, ministros, parlamentarios, diplomáticos y hombres de negocios, que consumieron entre otras cosas, cuarenta cajas de whisky, vinos blanco y tinto, puros y coñac.
A medianoche pudo por fin presentar al presidente sus pedidos; una embajada en Europa, y un ferrocarril hacia sus tierras que le permitirían explotar minas de oro y transportarlo. Todo le fue prometido, una embajada en Roma y la aprobación en el congreso de la construcción del ferrocarril.  
Cerca de las tres de la mañana se retiraron todos los invitados, y los esposos Pasamano hicieron bellos planes para el porvenir, convencidos de haber hecho la mejor jugada de sus vidas.
Al mediodía los gritos de su esposa despertaron a Don Fernando. El presidente mientras se encontraba en el banquete había sido depuesto en la madrugada por un ministro. 
                         
   

DOBLAJE cuento de Julio Ramón Ribeyro (resumen)


Es un relato en primera persona. El autor encontró en un libro de ocultismo una frase que aludía a que todos tenemos en algún lugar un doble al cual es muy difícil encontrar porque su movimiento es contrario al nuestro. Esto unido a, haber encontrado en un ómnibus a un individuo muy parecido a él, convirtió el tema en uno de sus favoritos.
Con el tiempo esa idea lo obsesionó y decidió viajar al lugar donde debería estar su doble o sosías: las Antípodas, averiguó que las antípodas de Londres (donde vivía) quedaban en Sídney, Australia y podía viajar como visitando a una tía que vivía en Melbourne. A los tres días emprendió el viaje y encontró que su tía había fallecido ya hacía mucho tiempo, decidió quedarse unos días que se convirtieron en siete semanas al enamorarse de Winnie, una chica que trabajaba en un restaurante. Pero había algo desconcertante, porque a veces le t5rataba de una forma muy fraternal y otras se extrañaba de sus gestos o palabras.
Viendo, así las cosas, decidió trasladarse a una casita muy agradable. Un fin de semana Winnie acepto venir a la casa, y a él le causaba malestar la forma en que ella parecía conocer la casa. Él le increpa de muy mala manera acusándola de haber ido a la casa con otro hombre y termino expulsándola de la casa. Después reflexiono y se arrepintió de su violencia, fue a casa de Winnie, pero ella no quiso recibirlo. Entonces se dio cuenta de su locura y decidió regresar a Londres a seguir trabajando como pintor; pero encontró que de un club al que asistía le llamaron para decirle que el día anterior había olvidado su paraguas y un cuadro de la Madonna que dejo como boceto estaba terminado y con el rostro de Winnie.



Los cautivos cuento de Julio Ramón Ribeyro (Resumen)


                                                       Los cautivos (Resumen)
 Por encargo de un amigo, viaje a Fráncfort para enterarme sobre los últimos procedimientos para la impresión a cuatro colores. Me hospede a las afueras de Fráncfort, en la pensión de Hartman, de vez en cuando visitaba las instalaciones para enterarme del asunto de las impresoras; al mismo tiempo que paseaba por la ciudad, en la mayoría de sus calles había soldados americanos, y las fabricas modernas, termine por aburrirme. Fráncfort era una ciudad moderna, organizada, para mi gusto ancestral.
Una mañana mientras me bañaba en la pensión de Hartman, escuche el grito de muchas aves, mire por la ventana, y vi un centenar de pajareras, guacamayos, pericos, y un hombre que los atendía. Al terminar de bañarme me vestí y fui al jardín, el hombre se me acerco y me dijo soy el señor Hartman, dueño de la pensión; y me permitió estar ahí por ser extranjero (sudamericano). A partir de ese día, descendí dos o tres veces al día a ver las aves.
El señor Hartman me hablaba con fervor de las aves, me prestó un libro y luego me enseño su biblioteca donde había, dos o tres mil libros; y me dijo si quería, puedes coger algún libro y llevártelo a tú cuarto para leer. De qué país eres, me dijo, de Perú, buscó en uno de sus libros, aquí no hay más que incas, los virreyes, me gustan las cosas actuales.
Mi amigo me envió una carta que debía partir para Berlín, los días siguientes me pase investigando, sobre las imprentas y ya no visite las pajareras. Antes de viajar, bajé para despedirme del señor Hartman, me recibió de espaldas, le dije señor vengo a despedirme. Tenga la bondad de retirarse, obtuve como respuesta.
Antes de retirarme me dijo, así que, de Perú, no fue el primer país de Sudamérica que le declaro la guerra a Alemania, me retire, no era el momento para hablar de un tema así. En la noche, fui a la biblioteca a dejar el libro que me emprestó, nunca lo pude leer, vi un libro de la segunda guerra mundial, entre las páginas cerradas, sobresalía un cartón, al abrir vi la foto de un soldado sonriente, fornido, en el reverso de la foto leí. Hans Hartman 1942.