El Rosedal era una hacienda ubicada en los alrededores
de la ciudad de Tarma, el propietario entonces don Carlos Patermoster decidió venderla y así poder retirarse de
Tarma y poder ir a vivir a la ciudad de Lima, fue así que pudo contactarse con
Don Salvatore Lombardi quien
tenía como sueños regresar a su país natal (Italia), para poder demostrar que
pudo alcanzar sus sueños y vengarse de su primo Luigi Callini, quien de niños
le rompió la nariz y le quito a la novia que tuvo. Pero no pudo regresar a
Italia, pues se había dado inicio a la Segunda Guerra Mundial y tuvo que
desistir de su idea de regresar, aparte de ellos Don Salvatore contrajo una
enfermedad pulmonar por lo cual el médico le aconsejo que buscara un lugar
apacible donde descansar y pasar el resto de su vida. Pero Don Salvatore
después de tres meses de vivir en Tarma murió atragantado por una pepa de
durazno. Es así como su hijo Silvio quedo como heredero de la inmensa hacienda
llamada el Rosedal.
En primera instancia Silvio no supo que hacer tan
grande herencia recibida, tenía la idea de venderla o de conservarla y dejarla
en manos de un administrador y vivir de las ganancias que esta generara, pues
la mayor parte de su vida el paso encerrado en una ferretería, puesto a
despachar por su padre desde antes de terminar el colegio. Él no sabía nada de
ganadería, así que no sabía cómo tomar lo que se le había venido, pero al
llegar Silvio a la Hacienda se llegó a enamorar de ella, y decidió terminar de
refaccionar algunas cuantas cosas que faltaban en ella, pues tenía la hermosura
que solo él podía apreciar, viendo los rosales que tenía, y sus grandes
sombríos que en él había, los lugareños de entonces lo acogieron con mucha
reticencia, pero al pasar el tiempo se dieron cuenta que era un hombre noble,
humilde y sencillo y sobre todo soltero, cosa que fue más apreciada en el por
los tarmeños y la sociedad de entonces.
Pasaron los años y Silvio está plenamente instalado en
la hacienda y la vida campestre. Y decidió ya no salir más, ni frecuentar la
ciudad de Tarma, por un buen tiempo estuvo aislado de los demás, encerrado en
su habitación, un día decidió escalar los cerros de la hacienda cosa que no
había hecho hasta entonces, a una media hora de haber comenzado su escalinata,
sintió los pies hinchados y se sintió sumamente extenuado, pero puedo apreciar
desde esa altura la hermosura de sus hacienda y las figuras triangular que
poseía la misma, el ver los hermosos paisajes que tenía su propiedad lo motivo
para tomar la decisión de salir de su encierro y volver a sociabilizar con los
lugareños, a veces viajaba a la ciudad de lima donde son conocer a nadie
deambulaba por el lugar, a veces se ponía a fornicar con mujeres del lugar,
comprando cosas sin sentido y regresaba a Tarma con el alma vacía.
Una mañana cuando paseaba por el rosal se
encontró con Felicito Pumari, quien le dijo que para que para mantener el rosal
tan lindo como siempre se veía solo tenía que seguir una tradición que su padre
le enseño y a su padre, el padre de su padre y así sucesivamente, en ello
Silvio encontró el estímulo para poder continuar indagando sobre el significado
de la palabra SER, lo cual cada día lo hizo con más empeño, pasado el tiempo
tomo la decisión de tomar clases de violín y pudo contactarse con Rómulo
Cárdenas, quien entusiasmado acepto dar clases a Silvio, quien poco a poco pudo
tocar con él en la iglesia y en el mismo Rosedal, ofreciéndose solitarios
conciertos de violín, pero con el pasar del tiempo se desligo de su maestro de
violín y dejo de practicar este arte. Recibió a su tía y prima en su casa
quienes llegaron a Tarma luego de tres meses de viaje. Al llegar a Tarma, con
el pasar del tiempo el dio pistas de su más grande secreto a Rosa para poder
encontrar el significado de la palabra SER. Su obstinación por saber el
significado nunca lo dejo tranquilo y así continuo con su pertinente obsesión
por saber que significada lo que había descubierto en un inicio.
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