Don Fernando Pasamano, invierte casi
toda su fortuna en organizar un banquete al que asistiría el Presidente de la República al cual le unía un parentesco que, aunque vago existía.
Esto conllevo a una reforma total de
la casa, la compra de muebles, y una serie de artículos para la construcción de
un jardín, la importación de vinos y la preparación de un menú adecuado.
Llego el día del banquete, donde asistieron,
autoridades, ministros, parlamentarios, diplomáticos y hombres de negocios, que
consumieron entre otras cosas, cuarenta cajas de whisky, vinos blanco y tinto,
puros y coñac.
A medianoche pudo por fin presentar
al presidente sus pedidos; una embajada en Europa, y un ferrocarril hacia sus
tierras que le permitirían explotar minas de oro y transportarlo. Todo le fue
prometido, una embajada en Roma y la aprobación en el congreso de la
construcción del ferrocarril.
Cerca de las tres de la mañana se
retiraron todos los invitados, y los esposos Pasamano hicieron bellos planes
para el porvenir, convencidos de haber hecho la mejor jugada de sus vidas.
Al mediodía los gritos de su esposa
despertaron a Don Fernando. El presidente mientras se encontraba en el banquete
había sido depuesto en la madrugada por un ministro.
Interesante relato que hace ver como la ambición desmedida de algunas personas los lleva a cometer ciertos errores.
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