Los cautivos (Resumen)
Por encargo de un amigo, viaje a Fráncfort
para enterarme sobre los últimos procedimientos para la impresión a cuatro
colores. Me hospede a las afueras de Fráncfort, en la pensión de Hartman, de
vez en cuando visitaba las instalaciones para enterarme del asunto de las
impresoras; al mismo tiempo que paseaba por la ciudad, en la mayoría de sus
calles había soldados americanos, y las fabricas modernas, termine por
aburrirme. Fráncfort era una ciudad moderna, organizada, para mi gusto
ancestral.
Una mañana mientras
me bañaba en la pensión de Hartman, escuche el grito de muchas aves, mire por
la ventana, y vi un centenar de pajareras, guacamayos, pericos, y un hombre que
los atendía. Al terminar de bañarme me vestí y fui al jardín, el hombre se me
acerco y me dijo soy el señor Hartman, dueño de la pensión; y me permitió estar
ahí por ser extranjero (sudamericano). A partir de ese día, descendí dos o tres
veces al día a ver las aves.
El señor
Hartman me hablaba con fervor de las aves, me prestó un libro y luego me enseño
su biblioteca donde había, dos o tres mil libros; y me dijo si quería, puedes
coger algún libro y llevártelo a tú cuarto para leer. De qué país eres, me
dijo, de Perú, buscó en uno de sus libros, aquí no hay más que incas, los
virreyes, me gustan las cosas actuales.
Mi amigo me
envió una carta que debía partir para Berlín, los días siguientes me pase
investigando, sobre las imprentas y ya no visite las pajareras. Antes de
viajar, bajé para despedirme del señor Hartman, me recibió de espaldas, le dije
señor vengo a despedirme. Tenga la bondad de retirarse, obtuve como respuesta.
Antes de
retirarme me dijo, así que, de Perú, no fue el primer país de Sudamérica que le
declaro la guerra a Alemania, me retire, no era el momento para hablar de un
tema así. En la noche, fui a la biblioteca a dejar el libro que me emprestó,
nunca lo pude leer, vi un libro de la segunda guerra mundial, entre las páginas
cerradas, sobresalía un cartón, al abrir vi la foto de un soldado sonriente,
fornido, en el reverso de la foto leí. Hans Hartman 1942.
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